sábado, 7 de febrero de 2009

Sin sol.


Era tenue la luz de la habitación.
Sobre un rincón se encontraba ella, descalza y despeinada, escuálida y repleta del amor que las “mujeres de bien” no le brindan a los “hombres de bien” que se hacen llamar sus maridos. Amor que nunca quiso sentir. Justo a su derecha la cama, solo con un colchón de un gris ceniciento y una sábana vieja y arrugada.

Entran y salen, fenomenalmente satisfechos.

Solo la noche la escucha sollozar, ya que ni siquiera puede romper en llanto. Pobre infeliz, un minuto de descuido y la inocencia desaparece gracias a los hijos de puta que el parlamento protege.
La nena, es solo eso, es cotizada y rematada por Internet al mejor postor, pues al ser buscada por sus íntimos, también es codiciada por cerdos infames.

Sus ojos se desploman en las rodillas raquíticas mientras sus bracitos envuelven su cuerpo a la altura de los tobillos, comparte la misma suerte con un centenar de niñas de los barrios mas populares y desprotegidos.
Así va de provincia en provincia hasta ser, finalmente, sacada de los límites del país.

Marchamos así hacia las puertas de la nueva historia, nacionales y populares dejan ver a tratantes y proxenetas en las calles y en lúgubres reductos de la miseria humana a nuestras niñas, que para esta altura ya no lo son.

No hay más que decir, queda todo por hacer.

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