lunes, 2 de febrero de 2009

Disfraz del eterno amor.


La noche alcanzó mis pasos,
Lejos de tu corazón, que es el mío.
Y perdido entre las sombras del estío,
Caminé, así, sin latidos.
Y cuando al fin logré encontrarte
Tu sangre, que ya es mi río,
Me abrumó con tanto brío,
Que fui hombre otra vez.

Y no alcancé a comprender
Que tu danza es mi condena
Dulce abismo tus caderas
Donde quisiera caer.
Y retorné a la noche oscura
Bebí las sombras, seguí las brumas.
Y tú sabrás comprender. . .
. . . Esa es la única forma que tengo yo de querer.

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